Interviews 02

—Juguemos, pues —dijo Gerardito decepcionado—, ¿a qué quieres jugar?
Yo sinceramente en aquel momento no tenía tantas ganas de jugar, la situación me parecía tan irreal y curiosa que mis intenciones eran obviamente otras, además que quería explicaciones sobre las cosas extrañas que estaban pasando.
—A lo mejor quieres jugar con tus muñecas y no conmigo —continuó Gerardito pareciendo decepcionado y molesto—, por eso dije que quería jugar con Kevin y no con una niña, las niñas son raras.
Me estaba empezando a cansar su aptitud así que decidí seguirle el rollo.
—Pues podemos jugar a las escondidas —le dije con una voz tan dulce que hasta me daba nervios al oírla—, vamos Gerardito, será divertido, tu te escondes y yo te busco.
—¡Suena divertido! —me respondió el niño mostrándose más animoso—, cúbrete los ojos entonces, ¡no se te ocurra ver!
—Si, no veré, anda, ¡ve a esconderte!
Empecé a contar sin tener definido hasta que número llegar. Tras un par de minutos en los que calcule que Gerardito ya no estaba cerca dejé de contar, pero no me puse a buscarlo, sino que me dirigí al laboratorio de Yanira, ya luego me preocuparía por el niño, mientras no se le ocurriera meterse al refrigerador no habría ningún problema en tardar en encontrarlo.
Al llegar cerca del laboratorio alcancé a escuchar una voz familiar.
—Y recuerden, el requisito por haber usado la máquina es que luego me permitan entrevistarlos. —Se trataba de Kevin—. Yo los llamaré cuando lo crea conveniente, de momento pueden retirarse.
La puerta empezó a abrirse ante lo que me asusté me escondí. Desde mi escondite vi a mi exnovia salir, la que ahora creo que era mi hermana, y también a su padre, quien ahora también era el mío, pero ambos lograron verme.
—¿Qué haces linda? —me dijo mi nuevo papá—, vente nos vamos a casa.
—Adiós Ivet —me dijo Kevin—, nos vemos otro día.
El hombre se acercó a mi, era un gigante, desde mi perspectiva sentí una gran autoridad viniendo de él incluso mayor que la que mi exmamá me había transmitido cuando me llevó con Gerardito, por lo que incapaz de renegar me fui con ellos.
Papá se fue conduciendo mientras que mi hermana se fue junto a mi en el asiento de atrás donde conversamos un poco.
—Bueno Ivet —me dijo sonriendo—, al llegar a la casa tienes tarea por hacer, recuerda que mamá te dijo que debías terminarlas antes de ponerte a jugar. También recuerda que tienes que bañarte.
—Este, Corina —le dije con algo de timidez—, sabes lo del intercambio, no tienes que tratarme así...
Papá frenó el carro y Corina permaneció en silencio.
—No es necesario mencionar eso, hija —me dijo papá—, como lo veo eres mi hija y debes respetar las responsabilidades que tienes así que no vuelvas a mencionar el intercambio, además que tu mamá no lo comprendería, no le hablaremos a ella sobre eso, es una orden.
Al escuchar aquella última frase sentí un poco de miedo, tal como antes de subir al auto era como si mi cuerpo supiera por instinto que debía obedecer a aquel hombre por lo que decidí dejar de hablar de eso.
—Está bien, Corina —dije intentando continuar la conversación que antes teníamos—, haré mis tareas y luego me baño.
Una vez en casa mi nueva mamá nos estaba esperando.
—Y bien amor, ¿cómo les fue? —le dijo a papá.
—Pues yo diría que bastante bien —le respondió papá con una sonrisa, todo salió como lo planeado.
Tras eso mamá se acercó a él y le dio un piquito.
—Ah vamos —les dijo mi hermana—, espérense a estar solos, vámonos Ivet, no mires eso.
Papá y mamá solo sonrieron ante el comentario tras el cual Corina me tomó de la mano y me llevó a mi cuarto.
Una vez ahí examiné todo el lugar.
—Ahí están tus cuadernos —me dijo señalando una mochila con unicornios—, has la tarea para que mamá no te regañe. Si me necesitas estaré en mi cuarto, ya sabes, este de aquí a la par del tuyo.
Después de decir eso quede sola en la habitación.
Saqué los cuadernos como me lo habían recalcado tanto y en el primero de ellos me encontré con la gran tarea de que debía hacer era pintar unos animales, lo más notable de las instrucciones es que decía que no debía salirme de la línea o me bajarían puntos. Ante todo pronóstico aquella actividad me costó bastante, mis manos eran tan pequeñas y raras que no me fue para nada fácil poder usarlas para colorear, incluso la fuerza que podía ejercer sobre el lápiz era distinto.
Una vez terminé abrí el otro y menos mal que era unos ejercicios de matemática bastante simples, el único problema fue que mis números definitivamente eran distintos a los que había en mi cuaderno de clases, por lo que para esa actividad lo difícil fue imitar el estilo de los números para ahorrarme explicaciones o que la maestra creyera que la tarea me la había hecho alguien más.
Agraciadamente solo eran aquellas dos tareas las que tenía asignadas por lo que a partir de ahí tenía tiempo libre en todo lo que se llegaba la hora del baño. En aquella habitación no tenía ninguna computadora, ni siquiera tenía un celular, lo único que había para entretenerse eran juguetes. Lo curioso es que no habían solo juguetes que tradicionalmente se consideran para niñas, sino que había una gran variedad.
—Oh por Dios —dije con mi voz infantil—, esto en realidad no se ve tan mal.
Tomé unos bloques y empecé a construir algo. Llegado a aquel punto no había razón para reprimirme, la verdad es que siempre me habían gustado esos juguetes solo que era criticado al ponerme a jugar con ellos, ahora sentía que podía hacerlo con mayor libertad.
Al cabo de un rato alguien llegó a tocar mi puerta.
—Pase —dije sin ánimos de soltar mi juego.
Había construido varios robots y estaba por terminar una fortaleza, tenía tantos bloques como nunca antes había tenido, de cierta forma sentía que estaba disfrutando mi infancia como siempre había querido.
La puerta se abrió y volteé a ver topándome con esto:
Mis ojos se abrieron de par en par ante lo que había ante ellos y por un instante sentí que mi amigo iba a crecer, pero no paso nada, fue cuando recordé mi nueva condición.
—¿Qué pasa hermanita? —me dijo sonriente—, venga, vamos a bañarnos antes de que se haga tarde. Ah, entiendo, te preocupa verme así, no te preocupes, papá anda trabajando, estamos solas en casa, nadie más que tú me verá desnuda. ¡Vamos!, te ayudaré a quitarte la ropa.
Se lanzó sobre mi y empezó a hacerme cosquillas mientras yo empecé a reír con una tonalidad infantil incontrolable. Al final yo también estaba lista para entrar al baño.
Una vez dentro empezamos.
—Bien —me dijo Corina—, primero te bañaré a ti y luego me quedaré bañándome, así que ya sabes, lo primero es el shampoo, así que cierra bien los ojos para que no te entre.
Hice como ella me dijo y sentí como sus manos se posicionaron sobre mi cuero cabelludo. Aquella era una sensación que no recordaba, el sentir que alguien más te diera un baño, además que con aquel largo cabello que tenía el tiempo de lavado fue más largo.
Cuando terminó al fin de lavar mi cabello al fin pude volver a abrir los ojos. Ella estaba sentada frente a mi para estar a buena altura mientras me lavaba por lo que sus pechos quedaron justo en mi mirada.
Te llaman la atención, ¿verdad?, no sientas pena, a mi también me han llamado la atención los de mamá. Sabes, algún día los tuyos serán igual ya que dentro de tus venas corren los mismo genes —me dijo señalando las venas que se me marcaban cerca de la muñeca—, los genes que nos hacen hermanas y con dos cromosomas XX que nos hacen mujeres.
Sentí escalofríos al oírla decir aquello, sobre todo porque ciertamente era verdad. En aquel cuerpo yo era una niña al cien por ciento, abajo no tenía ningún órgano reproductor que sobresaliera ya todos eso estaba dentro en la parte baja de mi vientre, unas trompas de falopio, un útero y otras cosas más. Además aquel cuerpo había salido del mismo lugar que de Corina y habían mamado los mismos pechos, era en todo aspecto mi hermana.
Ahora hay que lavar otras partes importantes, ya sabes que las chicas debemos tener especial cuidado. ¡No te preocupes!, se que eres una niña grande y te puedes bañar sola, solo es con el cabello que te ayudo para asegurarnos de que te quede bien limpio, así que adelante, puedes continuar tu solita, aunque siempre puedes pedirme ayuda si lo necesitas —me dijo guiñando un ojo.
Continué así yo sola con el baño, el cual fue tan raro como podría ser. Hey, al menos aquel cuerpo al ser tan pequeño no me llevo mucho tiempo en lavarlo.
Una vez terminada aquella experiencia tuve claro algo, todo lo que pasaría a partir de ahora era una incertidumbre y verdaderamente sería como Yanira lo dijo en su momento. un cambio drástico.

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